Hipocresía ecológica
Y si hay alguna cosa en la que es bien difícil establecer
conductas acordes con nuestras posturas ideológicas, es frente a la ecología y
el ambiente. Pues fácil es decir “soy ecologista”, pero bien difícil portarse
como tal.
En Colombia existen muchos ejemplos de esto. Partiendo del
Ministerio de Ambiente y por tanto ya ahí
genera sus propias contradicciones. O el ejemplo de quienes tienen animales
domésticos en las casas o permiten que sus niños pequeños jueguen a la tortura
con los animalitos y les celebren sus ocurrencias.
Pero hay excesos. Por ello traemos uno especial para que el lector
saque sus propias conclusiones.
Una agencia española dedicada a la protección ambiental nos hizo
llegar la noticia de que el Ministro
noruego de Pesca, invita a hacer turismo matando focas bebé. Aunque parezca
mentira, al nuevo ministro Svein Ludvigsen, se le ha ocurrido la idea de
ofrecer a los turistas la posibilidad de pasar vacaciones matando bebés de
foca. Esto, como medida para incentivar el turismo y el aumento de los ingresos
de dicho país nórdico que tanto le gusta reconocerse como adalid de la
protección del ambiente y los derechos humanos.
Este funcionario, ha dicho que "la caza de focas en la
hermosa costa de Noruega debería ser vendida como una exclusiva experiencia
para turistas" y no le ha importado en absoluto el aluvión de críticas por
parte de grupos ecologistas y activistas por los derechos de los animales, que
en todo Europa se la levantado. La excusa usada, es que las focas consumen
mucho pescado y ya sabemos que la pesca, su especialidad, es uno de los tres
primeros renglones de exportaciones noruegas.
El grupo ecologista español que nos compartió esta noticia,
asevera que en realidad, quienes consumen más pescado son las personas, que
además tienen la posibilidad de alimentarse de otras cosas. Y los que esquilman
el mar, tanto en España como en Noruega, son los pescadores. En cualquier caso,
ningún argumento justifica el hecho
horroroso de matar por placer.
Las clases altas, la realeza europea y muchos políticos, parecen
muy proclives a este tipo de “deportes”. Y precisamente este tipo de personas son las que van a ir a
Noruega, a partir de enero próximo, a
disparar a las pobres focas, si sale adelante la nueva ley que va a regular tan
reprobable actividad turística. Fueron las críticas
internacionales las que contribuyeron a hacer disminuir la caza intensiva
de focas hace más de una década. Un
bebé de foca apaleado en la cabeza no muere enseguida, sufre una lenta y
horrorosa agonía. Así es el ser humano, no mata por necesidad sino por placer.
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